¿Debo educar a mi hijo con firmeza y disciplina para que crezca obediente y respetuoso o debo ser por encima de todo afectuosa y cariñosa para que se sienta querido?
Con frecuencia nos encontramos a padres y madres situados en alguna de estas dos posturas que bien entendidas no son excluyentes sino complementarias. Veamos por qué.
Existen tres estilos de paternidad bien diferenciados que son el autoritario, el permisivo y el democrático. Vamos a examinar cada uno de estos estilos atendiendo al modo en que transmiten tres valores humanos esenciales para educar como son la afectividad, la comunicación y la disciplina.
En el estilo parental autoritario observamos una baja afectividad, una comunicación unidireccional más dirigida a informar que a compartir y una disciplina rígida y estricta con muchas normas y prohibiciones y sus consecuentes castigos al incumplirlas. La actitud de estos padres está más centrada en la queja y el castigo y menos en la ayuda, la guía y el apoyo necesarios en cada aprendizaje.
En el estilo permisivo, hallamos afectividad ininterrumpida e inoportuna, una comunicación intermitente e imprecisa con mensajes contradictorios o confusos y una disciplina escasa en la que las normas y los límites no están claros y las conductas erróneas y acertadas reciben la misma atención. El niño no percibe consecuencias diferentes a sus acciones y no sabe con precisión lo que sus padres esperan de él o de ella.
En el estilo parental democrático encontramos una afectividad elevada pero selectiva, estando su presencia ajustada a las circunstancias de un modo oportuno. Hallamos una comunicación bidireccional, donde existe equilibrio en la participación de ambas partes y se produce un intercambio diario de experiencias y vivencias personales que va enriqueciendo la relación. Junto a esto, podemos observar una sana disciplina donde las normas están claras y también su razón de ser, contribuyendo éstas a la adquisición de buenos hábitos y de virtudes que irán forjando el carácter del niño. La actitud parental en este estilo está más centrada en la transmisión de los aprendizajes y los buenos hábitos y menos en los castigos y en los errores siendo estos, los errores, tratados como parte natural y necesaria de todo aprendizaje.
Reuniendo lo explicado aquí, concluyo destacando que afecto y una sana disciplina son ambos valores humanos esenciales y compatibles que habremos de transmitir a nuestros hijos cada día con la palabra, con la piel y con el ejemplo desde la base de una relación rica y tan profunda como podamos.
Si quieres recibir mis artículos en tu correo,¡ suscríbete ahora!
Leave A Comment