El siguiente cuento lo escribí para un niño de ocho años que tenía dificultades con el lenguaje que afectaban a su rendimiento escolar y, al mismo tiempo, una inteligencia social y una intuición sobresalientes.
Érase una vez un gorrión que no podía cantar. Cuando se detenía en una rama a descansar y observar el mundo que era su bosque, se enamoraba del canto de sus compañeros los otros pajarillos. Nuestro joven gorrión trataba entonces de iniciar él mismo su propio canto, pero en lugar del bello sonido de sus amigos y compañeros emitía un pequeño y ronco sonido que en nada se parecía al de sus semejantes.
Esta dificultad comenzó a hacerle sentir diferente a sus amigos y compañeros y también le afectó al carácter enfadándose muy a menudo por pequeñas cosas.
Coroniblanco era su nombre y ello se debía a que su cabeza era blanca en la parte superior destacando del resto del cuerpo cuyas plumas eran grises y azules.
En una ocasión, jugando con unos amigos a volar y perseguirse unos a otros, Canto-al-cielo – que así se llamaba su mejor amigo – se posó a su lado en una rama de un anciano roble. Tras permanecer ambos un rato en silencio Canto-al-cielo le habló así:
• Sabes Coroniblanco admiro tu vuelo. Es suave y preciso y además eres capaz de sostenerte en el aire inmóvil con una facilidad asombrosa.
Coroniblanco le miró a su amigo y le sonrió. Después, su rostro complacido se fue transformando y ya bajando la cabeza acertó a decir en un susurro que a Canto-al-cielo le costó entender:
• Pero nunca lograré cantar y mucho menos hacerlo con la belleza de tu voz.
• No estoy yo tan seguro de eso – replicó Canto-al-cielo con su bella voz – No obstante, cada gorrión y cada criatura de la Madre Tierra a la que pertenecemos tiene sus cualidades y sus virtudes y debemos tener bien presente todos los seres vivos el Don de Vivir que hemos recibido y, en nuestro caso Coroniblanco, el valioso don de volar por el cielo con toda la belleza y las ventajas que ello conlleva.
• Sí, sí Canto-al-cielo. Tienes mucha razón. No obstante, seguiré practicando y esforzándome por cantar y por transformar mis ronquiditos en un bello canto como el tuyo.
• Eso me parece estupendo – dijo cantando alegremente Canto-al-cielo.
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