La ansiedad es una fuerte activación fisiológica con sensación de peligro y respuesta de evitación o de huida, pensamientos catastróficos y comprensión de que el peligro no es real.
El miedo, la fobia y la ansiedad tienen el mismo patrón de respuestas cognitivas, fisiológicas y motoras. En área fisiológica se produce sudor, palpitaciones, sequedad de boca, diarrea, desorientación, dificultad de respiración. En el área cognitiva existe una sensación emocional de temor o pánico; y en el área motora se producen temblores, encogimiento, paralización, escape, y conductas de evitación.
El niño sufre miedos específicos en cada etapa de su crecimiento. Miedos a la oscuridad y a los ruidos en los primeros años; miedos a monstruos o personajes imaginarios hacia los 3-4 años; miedo a quedarse solos y miedos sociales a continuación. El niño de temperamento miedoso y retraído lo manifestará en diferentes situaciones desde muy pequeño. Cuando no es así y el niño comienza a manifestar un miedo específico como ir al colegio o estar con ciertas personas o amistades, debemos indagar cuidadosamente las razones para averiguar qué ha sucedido o qué viene sucediendo.
Con el niño tímido, retraído que apenas habla me acerco a él o ella cuidadosamente y empleo el juego y técnicas de expresión para que vaya mostrando sentimientos y opiniones y compartiendo su mundo. Cuando existen miedos o fobias específicas exploro la aparición y desarrollo de los miedos con los padres y con el niño por separado. Después, una vez comprendido yo cómo se ha desarrollado el miedo o la fobia, explico al niño lo que ha sucedido y el camino que deberemos seguir para hacerle frente y reducir y eliminar el miedo.